En las Ciencias Sociales es común utilizar conceptos en forma reiterada para explicar acontecimientos, hechos, procesos que nos permitan entender aquello que a priori era inteligible. Sin embargo, estos conceptos que vamos aprendiendo a lo largo de nuestras vidas son asimilados sin antes haber practicado un ejercicio teórico para conocer su sentido, su validez, y su utilidad en el momento en los que se aplican.
Eric Hobsbawn en su obra Las revoluciones burguesas de 1985 decía muy claramente: “Las palabras son testigos que a menudo hablan más alto que los documentos. Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el período de sesenta años que abarca este volumen [se refiere a este libro]. Entre ellos están: “industria”, “industrial”, “fábrica”, “clase media”, “clase trabajadora”, “capitalismo” y “socialismo”. Lo mismo podemos decir de “aristocracia” y de “ferrocarril”, de “liberal” y “conservador” como términos políticos, de “nacionalismo”, “científico”, “ingeniero”, “proletariado” y “crisis” (económica). “Utilitario” y “estadística”, ”sociología” y otros muchos nombres de ciencias modernas...
Imaginar el mundo moderno sin estas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a las que dan nombre) es medir la profundidad de la revolución producida entre 1789 y 1848, que supuso la mayor transformación en la historia humana desde los remotos tiempos en que los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia, la escritura, la ciudad y el Estado. Esta revolución transformó y sigue transformando al mundo entero.”
Aquí nos ocuparemos de uno de estos conceptos: ¿Qué es una Revolución?
El Diccionario de Ciencias de Ciencias Sociales y Políticas coordinado por Torcuato S. Di Tella de la editorial Ariel define Revolución de la siguiente manera:
"Revolución, como concepto de la Física, es el giro de un objeto sobre su eje; referido a la realidad social, también indica el vuelco de una situación, un trastocamiento. Es un cambio súbito y profundo que implica ruptura de un modelo anterior y surgimiento de uno nuevo. Según los planos en que se ubica el fenómeno, se habla de diversas clases de revolución: social, política, cultural, científica, tecnológica. La noción puede aplicarse a una transición histórica o a un proceso más o menos prolongado de transformaciones que se suceden con un ritmo acelerado; si no tuviera este rasgo de celeridad se trataría de un fenómeno de evolución y no de revolución.
Luego el diccionario diferencia la revolución política y social de las otras revoluciones y propone como ejemplos de Revolución a la Cubana, Francesa, Industrial, Mexicana y Rusa.
Partiendo de la idea de que el concepto proviene de las Ciencias Exactas no es difícil entender por qué muchas veces la palabra Revolución se utiliza para referir a procesos que no lo son. En nuestro país han sido muchas voces las que se levantaron contra la afirmación de nombrar como Revolución a los acontecimientos que en mayo de 1810 decidieron la formación del Primer Gobierno Patrio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Creo que la idea de Ramón Ruiz en su libro México: La Gran Rebelión (1984) es más que esclarecedora. Relata que México no vivió una Revolución a principios del siglo XX, sino que experimentó una Gran Rebelión. ¿Cuál es la diferencia? Aquí viene el punto más destacado de su idea cuando explica que es necesario diferenciar si una Revolución se escribe con R mayúscula o con r minúscula. Dice "Una Revolución, en su sentido de `R´ mayúscula, es una catarsis social que, entre sus demás logros, altera dramáticamente el sistema económico prevaleciente y transforma la estructura de clases así como los patrones de riqueza y de distribución del ingreso. Más aún, en el siglo XX, una Revolución debe modificar la naturaleza de la dependencia económica de una nación respecto del mundo exterior. De acuerdo con esta definición, sólo una fracción de las insurgencias modernas encajan en la categoría de Revolución. En el siglo XVIII, el modelo clásico es la Revolución francesa, que derrocó al Antiguo Régimen y lo sustituyó con un Estado capitalista administrado por la burguesía. No fue sino hasta el siglo XX cuando volvieron a ocurrir explosiones semejantes. Sin duda, las Revoluciones rusa, china y cubana, al sustituir economías capitalistas con economías marxistas, merecen un lugar junto al ejemplo francés...."
Luego Ruiz aclara que en el caso de la Revolución Industrial debe hablarse de evolución y no de Revolución. Creo que cuando nos referimos a la Revolución Neolítica (que dio paso del hombre cazador-recolector al productor de alimentos) podría calificarse con el mismo término ya que fue un proceso de miles de años que no se dio simultáneamente en todo el mundo. Aún hoy debería debatirse esta idea al escucharse noticias de que se han descubierto en el Amazonas tribus indígenas que utilizan arcos y flechas, se alimentan de la caza, viven al aire libre o en rudimentarias viviendas y no pratican la agricultura y la ganadería.
Según esta definición de Revolución como catarsis social, Ruiz se pregunta, "¿puede la insurgencia mexicana de 1910 considerarse una Revolución?". La respuesta es, definitivamente NO. Por eso propone llamarla la Gran Rebelión.
La idea de Ruiz debería hacernos plantear algunas ideas preconcebidas que tenemos cuando analizamos el pasado, el presente y miramos hacia el futuro. Estas malas interpretaciones puedes hacernos caer en grandes confusiones y proponer soluciones erráticas a los problemas de la sociedad.
Eric Hobsbawn en su obra Las revoluciones burguesas de 1985 decía muy claramente: “Las palabras son testigos que a menudo hablan más alto que los documentos. Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el período de sesenta años que abarca este volumen [se refiere a este libro]. Entre ellos están: “industria”, “industrial”, “fábrica”, “clase media”, “clase trabajadora”, “capitalismo” y “socialismo”. Lo mismo podemos decir de “aristocracia” y de “ferrocarril”, de “liberal” y “conservador” como términos políticos, de “nacionalismo”, “científico”, “ingeniero”, “proletariado” y “crisis” (económica). “Utilitario” y “estadística”, ”sociología” y otros muchos nombres de ciencias modernas...
Imaginar el mundo moderno sin estas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a las que dan nombre) es medir la profundidad de la revolución producida entre 1789 y 1848, que supuso la mayor transformación en la historia humana desde los remotos tiempos en que los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia, la escritura, la ciudad y el Estado. Esta revolución transformó y sigue transformando al mundo entero.”
Aquí nos ocuparemos de uno de estos conceptos: ¿Qué es una Revolución?
El Diccionario de Ciencias de Ciencias Sociales y Políticas coordinado por Torcuato S. Di Tella de la editorial Ariel define Revolución de la siguiente manera:
"Revolución, como concepto de la Física, es el giro de un objeto sobre su eje; referido a la realidad social, también indica el vuelco de una situación, un trastocamiento. Es un cambio súbito y profundo que implica ruptura de un modelo anterior y surgimiento de uno nuevo. Según los planos en que se ubica el fenómeno, se habla de diversas clases de revolución: social, política, cultural, científica, tecnológica. La noción puede aplicarse a una transición histórica o a un proceso más o menos prolongado de transformaciones que se suceden con un ritmo acelerado; si no tuviera este rasgo de celeridad se trataría de un fenómeno de evolución y no de revolución.
Luego el diccionario diferencia la revolución política y social de las otras revoluciones y propone como ejemplos de Revolución a la Cubana, Francesa, Industrial, Mexicana y Rusa.
Partiendo de la idea de que el concepto proviene de las Ciencias Exactas no es difícil entender por qué muchas veces la palabra Revolución se utiliza para referir a procesos que no lo son. En nuestro país han sido muchas voces las que se levantaron contra la afirmación de nombrar como Revolución a los acontecimientos que en mayo de 1810 decidieron la formación del Primer Gobierno Patrio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Creo que la idea de Ramón Ruiz en su libro México: La Gran Rebelión (1984) es más que esclarecedora. Relata que México no vivió una Revolución a principios del siglo XX, sino que experimentó una Gran Rebelión. ¿Cuál es la diferencia? Aquí viene el punto más destacado de su idea cuando explica que es necesario diferenciar si una Revolución se escribe con R mayúscula o con r minúscula. Dice "Una Revolución, en su sentido de `R´ mayúscula, es una catarsis social que, entre sus demás logros, altera dramáticamente el sistema económico prevaleciente y transforma la estructura de clases así como los patrones de riqueza y de distribución del ingreso. Más aún, en el siglo XX, una Revolución debe modificar la naturaleza de la dependencia económica de una nación respecto del mundo exterior. De acuerdo con esta definición, sólo una fracción de las insurgencias modernas encajan en la categoría de Revolución. En el siglo XVIII, el modelo clásico es la Revolución francesa, que derrocó al Antiguo Régimen y lo sustituyó con un Estado capitalista administrado por la burguesía. No fue sino hasta el siglo XX cuando volvieron a ocurrir explosiones semejantes. Sin duda, las Revoluciones rusa, china y cubana, al sustituir economías capitalistas con economías marxistas, merecen un lugar junto al ejemplo francés...."
Luego Ruiz aclara que en el caso de la Revolución Industrial debe hablarse de evolución y no de Revolución. Creo que cuando nos referimos a la Revolución Neolítica (que dio paso del hombre cazador-recolector al productor de alimentos) podría calificarse con el mismo término ya que fue un proceso de miles de años que no se dio simultáneamente en todo el mundo. Aún hoy debería debatirse esta idea al escucharse noticias de que se han descubierto en el Amazonas tribus indígenas que utilizan arcos y flechas, se alimentan de la caza, viven al aire libre o en rudimentarias viviendas y no pratican la agricultura y la ganadería.
Según esta definición de Revolución como catarsis social, Ruiz se pregunta, "¿puede la insurgencia mexicana de 1910 considerarse una Revolución?". La respuesta es, definitivamente NO. Por eso propone llamarla la Gran Rebelión.
La idea de Ruiz debería hacernos plantear algunas ideas preconcebidas que tenemos cuando analizamos el pasado, el presente y miramos hacia el futuro. Estas malas interpretaciones puedes hacernos caer en grandes confusiones y proponer soluciones erráticas a los problemas de la sociedad.
0 comentarios:
Publicar un comentario